Revista Contante y Soñante 9

lunes, enero 30, 2006

DIME CÓMO VISTES Y TE DIRÉ QUÉ LEES

SENTIDO DE LA VISTA-ENSAYO (7)

En Medellín la moda –tanto como la arquitectura- es inevitablemente sectorizada, ya sea por el factor socio-económico o cultural. No es un efecto visual simplemente, sino, el resultado de un proceso de alienación o búsqueda de identidad que se da a cabo en el interior del individuo. ¿Por qué puedo afirmar esto? Por la Observación que va más allá de lo textil.

Caminar por las calles de mi ciudad es un ejercicio –aparte de físico- para la admiración y la reflexión. En primer lugar porque los lienzos donde la belleza femenina se desborda pasan por el lado a todo momento y ubicación; y en segundo, porque el tipo de atuendos, la combinación de prendas y la convicción con la que caminan los sujetos a observar tienen factores para considerar aparte de lo externo. Una forma de vestir refleja muchos aspectos íntimos de la persona: la confianza propia, los anhelos y fobias, los gustos musicales, el nivel de ingresos, la ocupación actual, la frecuencia con que lee, entre otros.

El hecho es que la forma de ataviar los cuerpos es, aparte de un dilema, una respuesta latente a una necesidad de identificación rápida y efectiva para los encuentros furtivos que se dan a todo momento en el curso de un desplazamiento. Aquí es donde vienen los repartimientos de apariencia. La forma de vestir de una persona varía dependiendo de su ubicación u ocupación; en el trabajo usará su uniforme o un atuendo moderado –a no ser de que se trate de una “bar swinger”- y en su tiempo de ocio usará una ropa que exprese más su personalidad y forma de pensar.
Ahora, no sólo la actividad, sino también el lugar define los atuendos. Hay sectores de Medellín que se diferencian notablemente, y no es que estén identificados por la ropa, sino por la ideología. En el conjunto residencial Carlos E. Restrepo se respira un aire intelecto-cultural, un ambiente universitario. En el Parque de El Periodista, la ideología es punk, bohemia, depresiva y rebelde, por lo que los atuendos se mueven en ese rango de estilos. En la Villa del Aburrá los aires son rockeros y cerveceros, así los colores palidecen y estriban en la oscuridad. En el parque de La Milagrosa, la ideología es de cortejo primitivo, así que los colores vistosos, las pertenencias materiales y terrenales, y los rituales de cortejo priman; junto con las conversaciones profundas acerca de la última “farra”, “tus zapatos marca ...” y “todo lo que no nos haga parecer pobres”. Del Parque Lleras no hablaré, pues no hay por dónde mirar, ya que el dinero y la silicona no dejan espacio ni al menor pensamiento inteligente.

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