Revista Contante y Soñante 9

jueves, febrero 09, 2006

¿A QUÉ HUELE COLOMBIA, A QUÉ OLEMOS LOS COLOMBIANOS?

SENTIDO DEL OLFATO-Narración (11):

¿A qué huele Colombia? ¿A qué olemos los colombianos?

Hacer un recorrido por el mundo nos dará una idea de cómo olemos, pues con las narices metidas siempre en el país, difícilmente descubriremos el secreto de los olores de otros lugares y además el que escondemos para nosotros mismos, pues como ya sabemos, la nariz se cansa de oler luego de un rato, y los olores presentes comienzan a ser imperceptibles.

Si una Persona se va de recorrido por el mundo puede que en el avión –si así viaja- la nariz se le estandarice, y que quede dispuesta a recibir lo que se encontrará desde que atraque en un aeropuerto extranjero, y que reciba olores que nunca haya tenido presentes, o puede que no, que huela a Av. Oriental, a suero costeño. Supongamos que no, que se encuentra con un olor propio del lugar, digamos Italia. Las calles pueden oler a pastas, a Lamborghini, a Roberto Benigni, a Luca Brasi (personaje de Mario Puzo). Pero ¿a qué huelen ellos?, la única forma de saberlo es la presencia, así que por ahora no lo sabremos, mucho menos con Luca.
Sigamos suponiendo ahora, que la persona cruza la frontera norte y llega a Suiza, ¿a qué olerá allí?, ¿a chocolate? La respuesta nos la dará la Persona, pero como es una creación de nuestra mente, estamos en graves problemas, habrá que imaginar.

El hecho es que el Sr. P (o sea, la Persona) conocerá tantos olores como lugares y hasta más, y notará esto en cada parte del camino, talvez en el resto del mundo el café huela similar a como huele en Colombia, talvez el humo de los carros también, las rosas es más probable y los perfumes franceses innegable. Pero esos son objetos, la Persona descubrirá la esencia de cada país y la interiorizará, muy bien, lo que queríamos. Cuando esté en el avión de vuelta a mi país, la nariz de P experimentará de nuevo la vuelta a cero y en su mente habrán quedado los olores del mundo: Las pastas, los parfums, la cerveza alemana, el té, los toros, Oslo, etc. Arribará al aeropuerto, y se reunirá con nosotros y nos dirá: “Yo, el Sr. P, me he dado cuenta, por medio de este viaje -el cual les agradeceré toda mi vida- que la única forma de conocer los olores es con la presencia, como ya lo habían planteado, por lo que no podré comunicarles mis averiguaciones nasales”, y nosotros maldeciremos al muy hijo de P.

IL MAGRO, 5 de febrero de 2006

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